--Las restricciones de tráfico en el centro de Madrid, impulsadas por el anterior gobierno municipal de Manuela Carmena mediante la creación del área de prioridad residencial Madrid Central, y el (por ahora fracasado) intento del nuevo alcalde, José Luis Martínez-Almeida, de dejar sin efecto la medida a través de una moratoria de las multas (suspendida cautelarmente por la justicia), han desencadenado una guerra de cifras acerca de la contaminación del aire. Mientras para muchos Madrid Central es un éxito y un hito en la lucha contra la contaminación, para sus detractores, como el actual equipo de gobierno, es un fracaso que más que reducir el tráfico y con ello la contaminación, los desplaza desde el área restringida hacia las zonas adyacentes –un fenómeno denominado ‘efecto frontera’–, llegando a incrementar incluso la contaminación en su conjunto. Unos y otros se basan en las concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) medidas por las 24 estaciones de la red de vigilancia del Ayuntamiento, publicadas en su Portal de Calidad de Aire y resumidas en informes mensuales, que Ecologistas en Acción recoge mensualmente en su balance del funcionamiento de Madrid Central. ¿Pero cómo es posible llegar a conclusiones tan dispares en base a una misma fuente de datos?Se trata de una problemática generalizada que no es nueva, pero que en la era de la información, con más y más datos de todo tipo a nuestro alcance, adquiere una relevancia cada vez mayor. Los datos suponen una fuente de información objetiva, sea para evaluar el éxito de una gestión o una política, identificar puntos de mejora, revisar nuestros puntos de vista, tomar mejores decisiones, disponer de argumentos sólidos, etc. Sin embargo, demasiadas veces el interés se centra no tanto en lo que los datos dicen, sino en conseguir, a través de su manipulación o una sesgada selección o presentación de los mismos, que digan lo que uno quiere oír, para que sirva como respaldo a una determinada postura, dándole una falsa apariencia de objetividad. Y eso también ha ocurrido en algunas evaluaciones de Madrid Central.Para una correcta lectura de los datos, en primer lugar hay que tener en cuenta que si bien la medida arrancó el 30 de noviembre de 2018, hasta el 16 de marzo del presente año el Ayuntamiento no empezó a multar los accesos indebidos al área restringida. Por tanto los informes mensuales de contaminación de diciembre, enero y febrero reflejan una situación de tránsito, en la que el acceso indebido aun resultaba impune, es decir, un escenario equivalente al que el nuevo gobierno municipal planteaba (al menos provisionalmente) mediante su moratoria de multas. Solo los informes mensuales de abril, mayo y junio reflejan Madrid Central en pleno funcionamiento, y que por tanto son los pertinentes para evaluar la medida. El mes de marzo se divide entre ambos periodos.De hecho, en abril, mayo y junio la concentración media de NO2 se había reducido prácticamente a la mitad frente a la de diciembre, enero y febrero. Pero tampoco sería válido atribuir esta contundente bajada sin más a Madrid Central, ya que los valores suelen disminuir siempre a lo largo de los primeros meses del año para tocar fondo de abril a agosto y volver a subir después. Resulta que como muchas otras series temporales, la contaminación del aire tiene un importante componente estacional, debido a factores como la meteorología (que condiciona la disipación de los contaminantes y el uso de las calefacciones que son otro emisor) o la variación del tráfico de vehículos a lo largo del año. Por ello, para comparar peras con peras, cada mes debe contrastarse con los correspondientes meses de años anteriores, remontándose los datos de la actual red de vigilancia hasta 2010.Por último, dado que la contaminación depende de múltiples factores que suponen importantes oscilaciones, siempre encontraremos datos que parecen respaldar una u otra postura, y lo que desde luego no tiene ninguna validez es seleccionar deliberadamente justo aquellos que encajan con la propia postura y obviar los demás, una mala praxis muy común que en los países anglosajones se conoce como ‘cherry picking’.Dicho todo eso, el siguiente gráfico muestra la evolución de las medias mensuales de la concentración de NO2 de 2010 a 2019 para abril, mayo y junio (los tres meses completos con Madrid Central en pleno funcionamiento en 2019), tanto para el conjunto de la ciudad (la media de las 24 estaciones de la red de vigilancia), como para una serie de estaciones concretas dentro del perímetro de la M-30: por un lado, la de Plaza del Carmen (la única dentro del área restringida y por tanto a priori la más beneficiada), y por otro lado las seis estaciones más cercanas a dicha área (que se perfilan como los grandes perjudicados por un posible efecto frontera):
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